Uno de los movimientos más cotidianos hoy en día, es el de sentarnos. Cuando estamos en un gimnasio realizamos gran cantidad de sentadillas con peso o sin el, pero la pregunta que normalmente salta a la vista es…, ¿hasta dónde bajo?
La sentadilla produce un gran efecto beneficioso realizándose correctamente, en la dosis adecuada, pero la pregunta que nos aborda desde el punto de vista más técnico cobra más relevancia cuando no contamos con la presencia de un profesional.
Cada persona tiene unas capacidades de movilidad propias, que no deben ser comparadas con las de otra, ya que las características físicas de la persona (ángulo Q, rigideces musculares de miembros inferiores,…), los hábitos de vida (sedentarismo, sobrepeso,…) entre otros factores determinan la calidad motriz que se posee y por tanto, la de realizar diferentes gestos con adecuado control y seguridad.
El gesto de “agacharnos” requiere una movilidad de las articulaciones de cadera, rodilla y tobillo estando todas ellas interconectadas, repercutiendo una sobre la estabilidad de otra. En el caso de la sentadilla, principalmente el tobillo y la cadera son articulaciones que deben ser más móviles para que las estructuras permanezcan estables o admitiendo menos movilidad. En la circunstancia de no tener esa movilidad se producen mecanismos compensatorios.
Cook G. Movement: Functional Movement Systems. Edición 1. Santa Cruz, California, U.S.A. 2010. On Target Publications
En este caso, el tobillo cobra más importancia, ya que la dorsiflexión de tobillo (movimiento de alejar y acercar el empeine del pie hacia la rodilla) provoca gran cantidad de comportamientos visibles e importantes en la rodilla, entre los más destacados encontramos, el acercamiento de las rodillas, el pie necesita rotar hacia fuera, se produce una sobrepronación, el cuerpo realiza una inclinación excesiva hacia delante y todos ellos se realizan para alcanzar el movimiento deseado perjudicando a otras estructuras que podrán sufrir una lesión a consecuencia la falta de preparación para realizar el gesto.
Por tanto, no existe una idoneidad establecida para qué altura adoptar en este movimiento, dependiendo de cada persona y sus capacidades se podrá bajar más o menos. Lo ideal sería una altura que permita realizar el trabajo de una manera dinámica pudiendo vencer la resistencia con el mínimo riesgo músculo-esquelético y el máximo beneficio en rendimiento.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4595915/
Juan Carlos Carballo
Entrenador Personal en Health Space