Footing, jogging, running… son palabras que desde hace unos años están de moda. El hecho de salir a correr de manera recreacional hace años que se lleva a cabo. Sin embargo, a principios del siglo XX correr por la calle era considerada una práctica inusual, percibida como una ruptura del código de peatones, que se relacionaba además como una falta de orden público. Dicho de otra forma, solo corría aquel que tenía prisa, luego correr por la calle, con objetivo de ejercitarse físicamente, en ocasiones era incluso motivo de burla o deshonra.
Es en la década de 1960-1970 cuando en América se produce lo que conocemos como el “boom del running”, impulsado por los maratones populares que se organizaban en la época. Ya no solo competían profesionales en este tipo de carreras, sino que cualquier ciudadano de a pie tenía la posibilidad de participar. Es a partir de este momento cuando la población comienza a sentirse cada vez más cómoda durante la realización de ejercicio físico en público, si te gustaba correr no era necesario hacerlo de manera individual en una pista de atletismo, podías salir a correr por la calle, por el bosque o por los parques de la ciudad. Es en este momento cuando el atletismo pierde el monopolio de la actividad de correr y comienza a practicarse lo que hoy en día conocemos como el running (Scheerder, Breedveld, & Borgers, 2015).
Atendiendo al nacimiento de esta actividad debemos hacer hincapié en el hecho de que caemos en un error al no diferenciar deporte de ejercicio físico. Es de sobra conocido que aquel que practica un deporte, realiza ejercicio físico, sin que necesariamente ocurra los mismo a la inversa. Entenderemos deporte como una actividad física que normalmente tiene un carácter competitivo; en el momento en que competimos, el componente saludable de la actividad realizada suele pasar a un segundo plano. Entendemos que un corredor recreacional o amateur que participa en una carrera popular, compite contra otros corredores en unos casos, y contra sí mismo, para alcanzar las metas que se ha propuesto, en otros.
Por otro lado, existen corredores que aunque no buscan el tipo de competición antes mencionada, realizan afirmaciones del tipo, “últimamente he subido unos kilitos, empezaré a correr y en un mes me pongo en forma”. Siendo realistas conocemos de los beneficios para la salud del ejercicio físico y en concreto de la carrera a pie. Desde luego obtenemos beneficios sustanciales sobre la masa corporal, el porcentaje de grasa corporal, la frecuencia cardíaca en reposo, el control de triglicéridos y colesterol y el porcentaje de VO2máx (volumen de oxígeno máximo). Y además podemos afirmar que cuanto mayor sea la duración del programa de entrenamiento de la carrera, mayores serán los beneficios obtenidos (Junior, L. C. H.,et al. 2015).
Ahora bien, en relación a todo lo explicado en la introducción acerca de la historia de esta práctica, debemos tener en cuenta igualmente la alta incidencia lesional que tiene la carrera recreativa; por un lado debidas estas lesiones a factores extrínsecos a la propia práctica deportiva, como puede ser el calzado inadecuado o la superficie, por otro, debidas a la falta de un acondicionamiento previo. ¡Cuidado con querernos poner en forma corriendo! Puede ser peor el remedio que la enfermedad.
Con la ciencia de nuestro lado y valores estadísticos en la mano podemos afirmar que por cada 1000 horas de carrera podemos sufrir hasta 30 lesiones, normalmente en MMII (Miembros Inferiores). Esto sucede además en un alto porcentaje, 30 de cada 100 corredores novatos se lesionan cada año.
Simplemente por este último dato y conociendo los grandes beneficios que podemos obtener del running, recomendamos encarecidamente el previo acondicionamiento físico pautado por un profesional. Por dos razones fundamentales:
En primer lugar, es importante advertir que la ciencia es ambigua en cuanto a la prevención de lesiones en corredores recreativos por medio del entrenamiento de la fuerza o entrenamiento en sala, quizás por falta de estudios de rigor. Sin embargo, es contundente en cuanto a la relación entre horas o kilómetros de exposición a la carrera y el porcentaje de lesiones. Conociendo los beneficios que tiene el entrenamiento de la fuerza para la salud y la mejora del rendimiento en la carrera, parece lógico que una buena herramienta para evitar lesiones pueda ser dar estímulos que continúen dando beneficio a la salud, que además mejoren nuestro rendimiento en la carrera y que no impliquen un aumento del volumen de kilómetros en nuestras piernas.
En segundo lugar, es importante tener en cuenta la relación de lesiones existente entre corredores recreacionales y los profesionales: los profesionales se lesionan menos (Balsalobre-Fernández, C. et al.). ¿Qué hacen ellos que les diferencia? La mejor respuesta a esta pregunta la tienen en el post anterior, en el que nuestro compañero Óscar Fumero nos cuenta en qué se basa su trabajo día a día. Pongámonos siempre en manos de profesionales cualificados y recuerda: no nos ponemos en forma corriendo, nos ponemos en forma para correr.
- Scheerder, J., Breedveld, K., & Borgers, J. (2015). Who is doing a run with the running boom?. In Running across Europe (pp. 1-27). Palgrave Macmillan, London.
- Junior, L. C. H., Pillay, J. D., van Mechelen, W., & Verhagen, E. (2015). Meta-analyses of the effects of habitual running on indices of health in physically inactive adults. Sports medicine, 45(10), 1455-1468.
- Balsalobre-Fernández, C., Santos-Concejero, J., & V Grivas, G. (2017). Efectos del Entrenamiento de la Fuerza Sobre la Economía de la Carrera en Corredores Altamente Entrenados: Revisión Sistemática con Metaanálisis de Estudios Controlados-International Endurance Group. PubliCE.
Pablo J. Díaz Rojas
Fisioteapeuta (NºCol. 2645)
Preparador Físico (Nºcol. 636466)