Vamos a resumirte las próximas 700 palabras en una frase. Tu operación bikini debería durar todo el año, desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, volviendo a empezar el nuevo 1 de enero, porque el ejercicio físico es, o debería ser, un hábito de vida saludable. Y como hábito debería ser una constante en tu vida, como lo es el sueño, cepillarse los dientes, el aseo personal o tener una alimentación equilibrada y sana.

Cuando llega marzo o abril y te miras al espejo, observando esos kilos de más acumulados durante el otoño y el invierno, principalmente a causa de una vida sedentaria, pensando en este verano canario tan nuestro, con unas playas y charcos maravillosos, un sol que raja las piedras y un bikini o bañador que no te entra, lo normal es pensar en una solución rápida: dieta y gimnasio.

Pero el cuerpo no funciona así. No baja de peso de donde nos moleste la mirada. Las dietas son contraproducentes, ya que el objetivo siempre debería ser tener unos hábitos alimenticios y nutricionales sanos y equilibrados. (De ahí que el «efecto rebote» sea una constante para todas y todos.) Hacer cardio hasta caer al suelo o exponerte a una lesión por exagerar con el peso en tus sesiones maratonianas de gym tampoco es una buena solución.

Cuando piensas en la operación bikini estás sometiendo tu salud a una visión cortoplacista y eventual, regida únicamente por el aspecto estético, no centrado en el bienestar. Ceñir, lo que debería ser una necesidad orientada a mejorar tu calidad de vida, al ámbito estético y, por lo tanto, bajo un prisma temporal -ya que en verano es cuándo más «carnes» mostramos a los demás- produce, además de los efectos antes nombrados, ansiedad y baja autoestima, que en la mayoría de los casos será leve pero que en otros puede terminar siendo origen a problemas transitorios de salud mental más graves que deberían ser tratados por profesionales cualificados.

Dicho esto y si aún estás leyendo, es hora de que te respondamos a la cuestión planteada en el título: cómo prepara tu operación bikini.

Lo primero, concienciarte. La estética es consecuencia de la buena salud. No se trata de evitar entrar en una dulcería de Tenerife, que las hay muchas y muy buenas. Se trata de equilibrar la balanza. Por así decirlo, un «efecto secundario» positivo, que facilita tener una mayor autoestima y percepción positiva, lo que te aporta seguridad para relacionarte con otras personas. Y la buena salud depende de varios factores: el descanso, la gestión del estrés, la alimentación adecuada… y el ejercicio físico. Estos factores se desarrollan a través del hábito, es decir, la repetición continua y constante en tu vida. Una vez que comprendes esto, pasas al siguiente paso.

Lo segundo que debes hacer es acudir a profesionales de la educación física que, antes que mandarte ejercicio, primero evalúen y analicen tu estado físico actual en contraposición con tus objetivos personales -que pueden seguir siendo estéticos, por supuesto-. Está bien que muestres interés y en Internet puedes encontrar mucha y muy buena, pero mantente alerta y no te guíes por personas que no tienen la formación ni la experiencia adecuada. Tener un canal de YouTube con un millón de suscriptores no es un aval válido que te convierta en un profesional de la educación física. Tampoco si son seguidores en Instagram. Y que una persona lleve toda la vida en gimnasios tampoco la convierte en profesional.

Lo tercero, enfocarte en el bienestar y la salud, siguiendo las pautas marcadas por un educador físico, que después de haberte evaluado, te marcará las sesiones que necesitas para empezar a ejercitarte. Habitualmente entre 2 y 3 a la semana y de unos 45 a 60 minutos de duración, a desarrollar en una sala, centro de entrenamiento o tu hogar. Estas sesiones van a estar centradas en el ejercicio de fuerza. Algo que puedes combinar puntualmente, y bajo la supervisión del profesional, con actividad en el exterior.

Lo cuarto, habituarte y mantener esta rutina todo el año, todos los años de tu vida.

Y ya está. Te garantizamos que siguiendo estas 4 pautas, no volverás a necesitar una operación bikini, vas a sentirte más fuerte, mejor, vas a tener una mejor percepción de ti, de cómo te ves, lo que te hará feliz, te hará sentir bien.

Es la magia del ejercicio físico.

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