Cuando pensamos en la necesidad de ejercitarse físicamente para mejorar la salud, no pensamos en cuanto de importante es en enfermedades como por ejemplo el cáncer, no solamente en la prevención sino mientras se está llevando a cabo el tratamiento con quimioterapia.

Lo importante aquí es poder discernir qué tipo de ejercicio es el adecuado para minimizar el impacto negativo colateraldel tratamiento farmacológico. Son múltiples las publicaciones que evidencian el efecto positivo que tiene el entrenamiento de la fuerza sobre la pérdida de masa muscular del paciente como de su fuerza funcional, como también de la calidad de la eficiencia muscular y metabólica para su día a día, reduciendo la percepción de fatiga inducida por el propio tratamiento (https://www.scielosp.org/pdf/csp/2015.v31n4/667-681/es)

Las publicaciones con alto grado de evidencia científica, se suceden año tras año, arrojando luz sobre el impacto de la ejercitación física en el paciente, y es que no sólo están las que recomiendan estar en formafísicamente para prevenir la enfermedad, sino en el durante y después del tratamiento como citaba anteriormente, para revertir el impacto nocivo que haya podido tener la toxicidad propia del fármaco.

Sobre la pérdida de masa muscular (sarcopenia) como sobre el deterioro orgánico (caquexia) el ejercicio físico reporta beneficios que se vienen evidenciando desde la última década, actuando tanto sobre la síntesis proteica como sobre el metabolismo hormonal y celular(https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1007/s13539-012-0067-5)

Del mismo modo, a nivel cardiaco, las investigaciones encuentran mejoras en las personas con cáncer, tanto a nivel estructural como en eficacia y en la eficiencia funcional del corazón (https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/2047487319874900)

No quedándose aquí el efecto positivo del ejercicio físico, también mejora la percepción que tiene el paciente a nivel emocional, en numerosas investigaciones se evidencian mejoras del estado de bienestar percibido por el paciente, minimizando los estados de depresión, dolor y debilidad.

Por todo ello mantener un buen estado de salud, a través de una vida físicamente activa, con la nutrición adecuada y el descanso adecuado, son claves para la prevención del cáncer. Pero a día de hoy, hay que tener en cuenta, que tanto en el durante la enfermedad, como después de ella, el papel del ejercicio físico pautado por el adecuado profesional, será el mejor camino hacia una pronta recuperación, y la mejor estrategia para reducir el impacto negativo colateralde los propios tratamientos.

Isaac Rojas Rivero
(Colegiado núm. 54452)
www.healthspacept.com

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